Ramsés II

Ramsés II

Presentación al rey Ramsés II

El rey Ramsés II, conocido también como Ramsés el Grande, fue uno de los faraones más conocidos y poderosos del antiguo Egipto. Su notable reinado duró 66 años desde el 1279 hasta el 1213 a.C, una época de gran longitud, poder, magnificencia arquitectónica y legado. Al ser el tercer faraón de la dinastía XIX egipcia, la impronta de Ramsés II se evidencia incluso hoy en día en Egipto.
Ramsés II, aunque lo recordamos por su faceta como guerrero, constructor y formador de su propia imagen, era también un líder astuto e ingenioso propagandista, pues su nombre y figura se ubican dentro de templos, estatuas e inscripciones repartidas por todo Egipto; de esta manera se formaba la imagen de un dios-rey ante su pueblo.

Desarrollo temprano y ascenso al trono

Ramsés, quien probablemente nació en el 1303 a.C. como hijo del faraón Seti I y de su mujer la reina Tuya, fue preparado desde su nacimiento para gobernar y se le nombró corregente junto a su padre antes de cumplir los veinte años. Cuando Seti I muere, Ramsés II hereda un reino fuerte y estable, que amplía y acaba de glorificar gracias a sus campañas militares.
Seti I había mantenido una tradición de construcción de templos y de esfuerzo bélico, y Ramsés II, no sólo continuó también esta tradición, sino que la hizo suya planteando sus propios proyectos y continuando con las campañas en la región del Levante hacia Nubia.

Campañas bélicas y Batalla de Kadesh

Ramsés II es conocido por sus campañas bélicas; entre otras por la Batalla de Kadesh contra el Imperio Hitita, que puede datarse hacia el 1274 a.C. Se trata de una de las batallas antiguas mejor conocidas, la cual fue celebrada posteriormente en inscripciones de Ramsés II.

A pesar de que la batalla no significó una victoria bélica decisiva, Ramsés II hizo uso de la propaganda real para convertirla en una gran victoria personal, la cual resaltaba su bravura personal, incluso su cierta protección divina. Las imágenes heroicas de templos como Abu Simbel o Luxor muestran a Ramsés II cargando solo contra el enemigo abatido decenas de soldados; una pieza magnífica de propaganda faraónica.

Más adelante en su reinado, Ramsés II firmó un pacto con los hititas, y este pacto es uno de los primeros ejemplos de pacto formal de un acuerdo de convivencia pacífica entre dos naciones y el final de años de hostilidades, así como el inicio de un periodo largo entre cooperación y estabilidad entre ambos imperios.

Arquitectura de gran envergadura

Pocos soberanos han dejado un legado arquitectónico tan grande o impactante como Ramsés II. Su legado arquitectónico es colossal y aún a día de hoy se puede ver en todo Egipto. Algunas de sus obras más destacadas son las siguientes:

Los templos de Abu Simbel: Templos excavados en roca, ubicados en Nubia (actual Egipto meridional), tallados en un acantilado y orientados de tal manera que los rayo del sol iluman el santuario interno en dos ocasiones a lo largo del año. Era una representación del poder egipcio y del culto a los dioses.

El Ramesseum: Situado en Tebas (actual Luxor), este fue el templo mortuorio de Ramsés II. Contaba originalmente con gigantescas estatuas, salas con inscripciones, depósitos de ofrendas, y toda clase de salas necesarias para la práctica de la vida del templo.

Sus ampliaciones en Karnak y Luxor: El faraón Ramsés II fue un gran ampliador de muchos de los templos y, en aquellos en los que no construyó de cero se preocupó de dejar claro su nombre e inscripciones sobre sus aportaciones a los templos.

Ramsés II se entregó a la arquitectura monumental no sólo como un vehículo para el culto religioso, sino también como forma de dejar su reinado inmortalizado para las generaciones próximas.

La familia y la vida privada

Ramsés II tuvo una importante familia real—su familia se estima que contaba con más de 100 hijos junto a las numerosas esposas principales que tuvo. La más célebre fue Nefertari, de la que existen sobrados testimonios que dan fe de la estima en la que la tenía. De hecho, la tumbas de Nefertari, una vez más, en el Valle de las Reinas se encuentra forrada de una riquísima decoración pictórica en la que pueden verse escenas brillantes del más allá.

Ahora bien, parece que Ramsés II tenía en considerable aprecio a Nefertari, no solo por su condición de reina, sino también por los méritos que ella misma había desarrollado, llegando incluso a construir para ella un templo en Abu Simbel del mismo tamaño y esplendor que el precio de su propia tumba—una distinción casi sin precedentes para con una reina del antiguo Egipto.

Fallecimiento y legado

Ramsés II fallece en torno al año 1213 a.C., a la edad aproximada de 90 años—una edad increíble para su época. Su largo período de gobierno proporciona estabilidad y continuidad en Egipto y sus sucesores intentan igualar sus logros.


Ramsés II fue enterrado en el Valle de los Reyes, donde fue finalmente hallada su tumba y actualmente sus restos se encuentran en el Museo Nacional de la Civilización Egipcia en El Cairo.

Históricamente, y sobreviviendo todavía hoy, los egipcios han considerado a Ramsés II el paradigma del gran faraón. Algunos auotres, incluso, han llegado a proponer que pudo haber dado lugar a la figura del faraón de la historia bíblica del Éxodo, aunque dicho extremo continúa como una cuestión a debate académico.

¿Por qué aprender sobre Ramsés II?

Comprender a Ramsés II es comprender la cima del poder y la ambición del antiguo Egipto. Trajo fuerza militar, devoción religiosa y un sofisticado dominio de la imagen real a su reinado. Asociaba longevidad e inmortalidad con una intensa campaña de propaganda: desde enormes complejos de templos hasta tratados de paz duraderos, definió el Egipto que aún hoy admiramos.

Afortunadamente, tenemos evidencia de sus monumentos—especialmente en Abu Simbel, Luxor y Karnak—que nos ofrecen una visión única del pensamiento de un líder que se veía a sí mismo no solo como rey, sino como un ser divino.

Ramsés II es la prueba de lo que puede lograr un solo hombre cuando se combinan el poder, la visión y el deseo de dejar un legado eterno.

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