Ramsés II, también conocido como Ramsés el Grande, fue uno de los faraones más importantes y poderosos de Egipto, reinando durante la dinastía XIX, entre 1279 y 1213 a.C. Su reinado de 66 años fue uno de los más largos de la historia egipcia y se caracterizó por su enfoque en la construcción de monumentos y templos, su habilidad militar y sus esfuerzos por mantener el imperio egipcio en su apogeo.

Ramsés II es famoso por sus grandes proyectos de construcción. Entre sus obras más destacadas se encuentran el Templo de Abu Simbel, tallado en roca y dedicado a los dioses Ra-Horajti, Amón y Ptah, y el Ramesseum, su gran templo mortuorio en Tebas. Su imagen y estatuas colosales se encuentran en todo Egipto, evidenciando su deseo de dejar un legado duradero.

En el ámbito militar, Ramsés II se destacó por sus campañas en Canaán y Nubia, y por librar la famosa Batalla de Kadesh contra los hititas, una de las batallas más documentadas de la antigüedad. Aunque la batalla no resultó en una victoria decisiva para ninguna de las partes, llevó al primer tratado de paz registrado en la historia entre egipcios e hititas.

Ramsés II fue también un hábil diplomático. Durante su reinado, Egipto disfrutó de una era de relativa paz y prosperidad, estableciendo alianzas a través de tratados y matrimonios con reinas extranjeras. Tuvo numerosas esposas e hijos, siendo la reina Nefertari su esposa principal y la más famosa, a quien dedicó el Templo Menor de Abu Simbel.

Su largo reinado dejó una marca indeleble en la historia egipcia, convirtiéndolo en un símbolo de poder y grandeza. Tras su muerte, Ramsés II fue recordado como uno de los faraones más grandes de Egipto, dejando un legado que ha perdurado a través de sus monumentos y el recuerdo de su liderazgo.